¿Es saludable depurar la dieta?
Autor:
Julio Valero
Publicado el:
2/27/2025

Efectos metabólicos divergentes de dos dietas restringidas en energía que difieren en la calidad de los nutrientes: un ensayo controlado aleatorizado de 12 semanas en sujetos con obesidad abdominal.
La evidencia científica respalda el papel crucial de la pérdida de peso y la ingesta adecuada de nutrientes en la prevención de enfermedades. Por lo tanto, en esta revisión crítica, enfatizamos la necesidad de un análisis minucioso de los estudios relevantes.
Descripción general
La investigación evaluó el impacto de dos planes de alimentación, con distintas composiciones nutricionales, sobre la reducción de peso y marcadores clave de la salud cardiometabólica.
Un estudio reveló que una dieta rica en nutrientes resultó en una mejora significativa de los factores de riesgo de enfermedades y una mayor pérdida de peso, en comparación con una dieta baja en nutrientes. No obstante, se señalan posibles limitaciones en el diseño del estudio.
Dicho de forma sencilla: los alimentos integrales son excelentes para la salud por su riqueza nutricional, pero la pérdida de peso en sí misma, independientemente de la dieta, también ofrece beneficios importantes para la prevención de enfermedades.
¿Cuál es el problema?
La obesidad es un desafío de salud complejo, influenciado por una variedad de factores más allá de la mera disciplina personal. La predisposición genética, el entorno en el que vivimos, el nivel socioeconómico y los cambios en la composición de los alimentos son solo algunos de los elementos que contribuyen a esta problemática. El alto índice de sobrepeso y obesidad en la población estadounidense es un claro ejemplo de la magnitud de este problema y su impacto en el riesgo de enfermedades.
La pandemia de COVID-19 ha exacerbado las desigualdades en salud, y las personas con obesidad enfrentan un riesgo significativamente mayor de complicaciones graves e incluso de muerte. Ante esta realidad, resulta crucial que quienes tienen obesidad consideren estrategias para alcanzar un peso corporal que minimice los riesgos. Es importante reconocer que el concepto de “peso saludable” es complejo y multifacético, y su evaluación debe ser individualizada.
El sobrepeso no solo aumenta la vulnerabilidad ante el COVID-19, sino que también desencadena una serie de trastornos cardiometabólicos graves, incluyendo diabetes, hipertensión, resistencia a la insulina e insuficiencia cardíaca, afectando la salud general de la persona.
La relación entre las calorías consumidas y el peso corporal es fundamental, lo que ha impulsado la creación de diversas dietas y cambios en el estilo de vida para abordar el sobrepeso y la obesidad. Los estudios indican que incluso una modesta pérdida de peso, alrededor del 5% del peso inicial, puede generar mejoras significativas en los factores de riesgo cardiometabólicos. Una reducción de peso aún mayor potencia estos beneficios. Es crucial diferenciar entre la grasa almacenada en el cuerpo y las grasas presentes en los alimentos. La grasa corporal se acumula principalmente en dos formas: tejido adiposo subcutáneo (TAS) y tejido adiposo visceral (TAV). El TAV, que rodea los órganos internos, se ha vinculado directamente con un mayor riesgo de enfermedades cardiometabólicas.
Los biomarcadores, junto con la medición de la grasa corporal, son herramientas clave para identificar factores de riesgo de enfermedades. La grasa que consumimos se divide en dos categorías principales: saturada e insaturada. La diferencia radica en su estructura química, específicamente en los enlaces de carbono. Las grasas saturadas, comunes en alimentos de origen animal como la carne y la mantequilla, son un ejemplo.
Las grasas insaturadas, de origen vegetal en su mayoría, incluyen ácidos grasos monoinsaturados (con un doble enlace) y poliinsaturados (con múltiples dobles enlaces), presentes en alimentos como aguacate, nueces y aceites vegetales. Si bien se ha observado que sustituir grasas saturadas o trans por poliinsaturadas podría tener beneficios cardiovasculares, la evidencia no es concluyente y se necesita una evaluación crítica.
Existen datos que sugieren beneficios para los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares al sustituir las grasas monoinsaturadas de origen animal por grasas monoinsaturadas de origen vegetal. Aunque se trata de un único estudio, estos hallazgos, en conjunto, respaldan la hipótesis de que la sustitución parcial de alimentos de origen animal por fuentes vegetales podría contribuir a la reducción de la grasa corporal y a la mejora de diversos biomarcadores de salud. A continuación, analizaremos detenidamente el estudio en cuestión.
Objetivo
El propósito de este estudio fue analizar el efecto de dos dietas, con distinta composición de nutrientes esenciales, sobre la pérdida de peso y diversos indicadores de salud cardiometabólica.
Hipótesis
Aunque la hipótesis no se declaró explícitamente, el artículo mostró una clara tendencia a favorecer los beneficios de una dieta de alta calidad sobre los factores de riesgo cardiometabólico.
¿Qué probaron y cómo?
Los participantes
Se realizó un estudio con 100 participantes (hombres y mujeres de 40 a 70 años) con obesidad abdominal (IMC > 27 kg/m²) y peso estable durante los últimos tres meses. Inicialmente, 110 participantes fueron asignados aleatoriamente a tres grupos de estudio. Sin embargo, 10 participantes abandonaron el estudio, 2 fueron excluidos por datos incompletos, 4 se retiraron por condiciones médicas preexistentes y 3 por dificultades con la dieta.
Procedimientos de estudio
En este estudio de 12 semanas, se asignó aleatoriamente a los participantes a uno de tres grupos: control, dieta alta en nutrientes y dieta baja en nutrientes. Los grupos de dieta redujeron su ingesta calórica en un 25% respecto a sus necesidades de mantenimiento, estimadas mediante las ecuaciones de Schofield y un factor de actividad basado en la actividad física reportada. La dieta alta en nutrientes se caracterizó por un mayor contenido de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados n-3, fibra, proteína de soja y menor fructosa, además de suplementación con 400 mg de EPA y 300 mg de DHA. La adherencia a la dieta se evaluó semanalmente mediante la recolección de alimentos proporcionados y diarios de alimentos. La salud metabólica se evaluó mediante una prueba de batido antes y después del estudio
Tabla 1 Planes de alimentación de las dos dietas experimentales: Dieta de baja calidad y dieta de alta calidad.
Grupo de dieta de baja calidad | Grupo de dieta de alta calidad | |
Desayuno | Pan de trigo refinado con mantequilla (81,1% grasa) y mermelada Huevo 1/semana. | Pan integral con margarina baja en grasa (30% de grasa), mermelada o carnes frías magras cocidas Huevo 1/semana |
Bocadillo | Pan de jengibre (3,5 % de fibra; 1,2 % de grasa) con mantequilla (81,1 % de grasa) Manzana (0 % de fibra) o jugo de uva (0,1 % de fibra) | Fruta |
Almuerzo | Pan de trigo refinado con mantequilla (81,1% grasa) y queso entero Crudités con aliño a base de yogur Leche semidesnatada | Pan integral con margarina baja en grasas (30% de grasa) y queso bajo en grasas Crudités con base de yogur |
Bocadillo | Fruta Caldo preparado (0,8% fibra; 2,5% grasa) | Fruta Leche de soja (0,5 % fibra; 1,8 % grasa) |
Cena | Verduras (crudas/cocidas/al vapor/salteadas) Papas 3/semana Pasta común 2/semana Arroz blanco 2/semana Carnes magras 7/semana Pasta/arroz: 2 unidades de salsa Papas: salsa de grasa de cocina (margarina; 79,7 % de grasa) | Verduras (crudas/cocidas/al vapor/salteadas) Patatas 2/semana Pasta de trigo 3/semana Arroz integral 2/semana Carnes magras 3/semana Tofu 2/semana Pescado magro 1/semana Pescado azul 1/semana Pasta/arroz: 1 unidad de salsa Patatas: salsa de grasa de cocina (aceite de oliva; 100 % grasa) |
Bocadillo | Fruta Yogur o natillas de fruta bajas en grasa Unidad de alcohol (vino/cerveza) 1/semana | Frutos secos de soja (19 % de fibra; 23,3 % de grasa) Requesón de frutas bajo en grasa o postre de soja (0,9 % de fibra; 2 % de grasa) Unidad de alcohol (vino/cerveza) 1/semana. |
Extra | Alternativa a la sal baja en sodio | Alternativa a la sal baja en sodio 1 cápsula de aceite de pescado 700 mg de EPA y DHA* |
Los productos en negrita y subrayados indican los productos alimenticios clave que se suministran semanalmente a los participantes. * MusclePharm Corporation, Denver, EE. UU. Las cápsulas de aceite de pescado contenían 400 mg de EPA y 300 mg de DHA según la etiqueta del fabricante.

Medidas
Composición corporal: Se realizó un seguimiento semanal del peso corporal de los participantes. Para evaluar los cambios en la distribución de la grasa corporal, se utilizaron imágenes de resonancia magnética (IRM). Además, en un subgrupo de participantes (n=41), se realizaron biopsias de tejido adiposo para analizar el perímetro de los adipocitos y marcadores genéticos específicos. Este subgrupo se dividió en tres grupos: participantes con baja calidad de tejido adiposo (n=22), participantes con alta calidad (n=9) y un grupo de control (n=10). La sección de métodos no proporcionó detalles suficientes sobre el procedimiento exacto utilizado para medir los cambios en el peso corporal.
Salud metabólica: Se evaluó la respuesta glucémica e insulínica mediante una prueba de tolerancia a un batido de 915.6 calorías (60g grasa, 76.3g carbohidratos, 17.6g proteína), midiendo glucosa e insulina en sangre a los 30, 60, 120, 180, 240 y 360 minutos post-consumo.
Biomarcadores: Se analizaron diversos biomarcadores en el plasma sanguíneo, con especial atención a los cambios entre el inicio y la prueba posterior en: glucosa, insulina, HbA1c, índices HOMA-IR y QUICKI, colesterol total, HDL, triglicéridos y ácidos grasos libres.
¿Qué encontraron?
Ingesta dietética reportada
La ingesta calórica fue similar entre los grupos de dieta, pero se observaron diferencias significativas en la ingesta de nutrientes específicos como proteína de soja, fibra, grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas n-3, y fructosa (p < 0,001).
Tabla 2 Diferencias entre la ingesta nutricional auto-informada de los participantes en los dos grupos de dieta
Nutrientes | Dieta de baja calidad | Dieta de alta calidad | Valor p de las diferencias entre dietas |
Ingesta de energía | 1703 ± 196 | 1689 ± 239 | 0.778 |
RE % | 23.9 ± 0.82 | 26.2 ± 5.9 | 0.775 |
PE% Grasa | 31.4 ± 1.6 | 32.5 ± 1.2 | 0.001 |
PE% SFA | 14.9 ± 1.5 | 8.3 ± 0.6 | <0.001 |
PE% AGMO | 9.3 ± 1.0 | 13.4 ± 0.9 | <0.001 |
PE% AGPO | 4.1 ± 0.8 | 7.7 ± 0.4 | <0.001 |
PE% Grasas trans | 0.2 ± 0.0 | 0.1 ± 0.0 | 0.015 |
ALA, mg | 1104 ± 278 | 1815 ± 354 | <0.001 |
EPA y DHA, mg | 103 ± 226 | 1224 ± 55 | <0.001 |
Colesterol, mg | 185 ± 30 | 132 ± 20 | <0.001 |
En% proteína | 16.0 ± 1.4 | 20.6 ±1.7 | <0.001 |
En% De origen animal | 10.3 ± 1.1 | 10.3 ± 1.9 | 0.886 |
En% a base de plantas | 5.7 ± 1.0 | 10.3 ± 0.5 | <0.001 |
En% carbohidratos | 49.6 ± 2.0 | 43.7 ± 1.5 | <0.001 |
En% mono y disacáridos | 24.8 ± 1.9 | 18.8 ±1.1 | <0.001 |
En% polisacáridos | 24.8 ± 1.2 | 24.9 ± 1.1 | 0.905 |
En% fructosa | 7.0 ± 0.9 | 3.4 ± 0.4 | <0.001 |
En% fibra | 2.2 ± 0.2 | 3.1 ± 0.2 | <0.001 |
En% alcohol | 1.1 ± 0.9 | 1.0± 0.7 | 0.599 |
Sodio, g | 2.3 ± 0.6 | 2.3 ±0.4 | 0.659 |
Los datos son media ± DE. Los investigadores calcularon los valores basándose en la base de datos de composición de alimentos holandesa de 2011 (NEVO 2011/3.0, RIVM). Las diferencias entre dietas se evaluaron mediante una prueba t pareada. ALA, ácido ⍺-linolénico; PE%, porcentaje de energía; RE, restricción energética.
Cambios en la composición corporal
Ambos grupos de dieta experimentaron una pérdida de peso significativa. Sin embargo, la dieta de alta calidad resultó en una pérdida de peso considerablemente mayor (2,1 kg adicionales) en comparación con la dieta de baja calidad (p = 0,007). La Figura 2 muestra la evolución semanal de la pérdida de peso en los tres grupos de estudio.
Figura 2 Pérdida de peso acumulada en los tres grupos de estudio durante las 12 semanas de duración del estudio.
Las barras de error representan 1 DE. *Diferencia significativa en la pérdida de peso entre los 2 grupos de dieta con un valor p < 0,05.
No se encontraron diferencias significativas en el tamaño de los adipocitos entre los grupos estudiados (Tabla 3). La relación TAV/TAS disminuyó de manera similar en ambos grupos de dieta, aunque la reducción fue significativamente mayor en el grupo de dieta de alta calidad en comparación con el grupo de control. Los lípidos intrahepáticos disminuyeron tanto en el grupo de dieta de alta calidad (55%) como en el de baja calidad (46%), sin diferencias significativas entre ellos (p = 0.129).
Variable | Dieta de baja calidad | Dieta de alta calidad | Control |
Peso corporal, kg | - 6.3 ± 3.9 | - 8.4 ± 3.2 | 0.8 ± 1.7 |
IMC, kg/m2 | - 2.1 ± 1.3 | - 2.8 ± 1.1 | 0.3 ± 0.6 |
TAS, cm2 | - 45.3 ± 32.7 | - 54.1 ± 55.3 | 1.6 ± 36.9 |
TAV, cm2 | - 44.1 ± 48.2 | - 61.5 ± 51.3 | 3.7 ± 17.9 |
TAV/TAS relación | - 9.4 ± 16.9 | - 16.0 ± 28.1 | 0.8 ± 6.3 |
Tamaño del adipocito, mm | - 164 ± 458 | - 508 ± 418 | 137 ± 714 |
Los datos representan la media ± cambios de 1 DE.
Biomarcadores
Ambos grupos de dieta mostraron mejoras significativas en los niveles de glucosa e insulina en ayunas, así como en el índice QUICKI (sensibilidad a la insulina), sin diferencias notables entre ellos. Sin embargo, el grupo de dieta de alta calidad experimentó una mayor reducción en los triglicéridos y el colesterol total en comparación con el grupo de dieta de baja calidad. Los niveles de HbA1c no variaron significativamente entre los grupos.
Prueba de agitación
El estudio no reveló diferencias significativas en la respuesta de insulina o glucosa entre los grupos de dieta durante la prueba de agitación (ver Figura 3). Sin embargo, ambas dietas demostraron una reducción significativa en los niveles de glucosa en sangre después de la intervención.
Figura 3 Cambios en las respuestas posprandiales de glucosa e insulina a una prueba de agitación.
Las curvas reflejan los cambios en los niveles posprandiales en comparación con los niveles en ayunas antes y después de la intervención dietética de 12 semanas. A: glucosa plasmática, B: insulina plasmática. * indica una diferencia significativa en la respuesta después de 12 semanas de dieta. Las barras de error representan 1 DE.
¿Qué significan los hallazgos?
Este estudio presenta limitaciones significativas que requieren una interpretación cautelosa de sus resultados. La disparidad en la pérdida de peso entre los grupos, siendo mayor en el grupo de dieta de alta calidad, introduce una variable de confusión importante. A pesar de los esfuerzos por controlar otras variables, la diferencia en la pérdida de peso podría ser el factor determinante en las mejoras observadas en los marcadores de salud. Por lo tanto, no se puede atribuir concluyentemente estas mejoras únicamente a la composición de la dieta. Es crucial considerar que la pérdida de peso, por sí misma, tiene un impacto significativo en la salud, especialmente en individuos con sobrepeso u obesidad. Al evaluar este estudio, es fundamental tener en cuenta esta limitación y reconocer que la pérdida de peso podría ser un factor contribuyente importante en los resultados observados.

Las variaciones en la pérdida de peso entre los participantes podrían deberse a varios factores. Primero, a pesar de que los datos de ingesta calórica reportados no mostraron diferencias significativas, es probable que existieran imprecisiones en estos registros. Reconocemos que los autores señalaron esta limitación, así como la posible influencia de la proteína y la fibra, puntos con los que estamos de acuerdo.
No obstante, creemos que la nutrición no es el único factor determinante. El hecho de que tanto participantes como dietistas conocieran las dietas asignadas (a excepción del equipo de análisis) pudo haber introducido sesgos. Es posible que los participantes que sabían que seguían una dieta "saludable" adoptaran conductas adicionales para reforzar esa percepción, mientras que aquellos con dietas de "baja calidad" podrían haber experimentado el efecto contrario. Además, es bien sabido que el comportamiento de las personas tiende a modificarse cuando se sienten observadas.
Una limitación crucial del estudio radica en la falta de medición objetiva de la actividad física de los participantes. Esta omisión, sumada a la posibilidad de errores en el registro de la ingesta alimentaria y a las diferencias en el consumo de proteínas y fibra, dificulta la interpretación de los resultados. No se puede atribuir la mayor pérdida de peso observada en el grupo de 'alta calidad' exclusivamente a un nutriente específico. Para establecer conclusiones más sólidas, sería necesario diseñar un estudio que iguale las tasas y magnitudes de pérdida de peso entre los grupos, y luego proceda a modificar las dietas para evaluar el impacto de los nutrientes de forma aislada.
¿Cómo se pueden aplicar estos hallazgos?
En lugar de buscar la dieta perfecta, enfócate en crear un estilo de alimentación sostenible y placentero para ti. Olvídate de las etiquetas de 'bueno' o 'malo' para los alimentos, ya que la mayoría aporta algo valioso. Prioriza alimentos naturales y variados como carnes, frutas, verduras, frutos secos, pescado, cereales integrales y lácteos. La diversidad asegura una mayor riqueza de nutrientes, clave para tu bienestar.
Evita las dietas restrictivas y extremas que prometen 'limpieza' o 'desintoxicación', ya que suelen ser difíciles de mantener y pueden generar frustración. Opta por un enfoque flexible, donde puedas adaptar tus elecciones según tus gustos, disponibilidad y necesidades individuales. Recuerda, la clave está en construir hábitos saludables a largo plazo, no en seguir modas pasajeras.
Referencias
Schutte, S., Esser, D., Siebelink, E., Michielsen, C., Daanje, M., Matualatupauw, J. C., Boshuizen, H. C., Mensink, M., Afman, L. A., & Wageningen Belly Fat Study team (2022). Diverging metabolic effects of 2 energy-restricted diets differing in nutrient quality: a 12-week randomized controlled trial in subjects with abdominal obesity. The American journal of clinical nutrition, 116(1), 132–150.
Ren, J., Wu, N. N., Wang, S., Sowers, J. R., & Zhang, Y. (2021). Obesity cardiomyopathy: evidence, mechanisms, and therapeutic implications. Physiological reviews, 101(4), 1745–1807.
Clifton, P. M., & Keogh, J. B. (2017). A systematic review of the effect of dietary saturated and polyunsaturated fat on heart disease. Nutrition, metabolism, and cardiovascular diseases : NMCD, 27(12), 1060–1080.
Guasch-Ferré, M., Babio, N., Martínez-González, M. A., Corella, D., Ros, E., Martín-Peláez, S., Estruch, R., Arós, F., Gómez-Gracia, E., Fiol, M., Santos-Lozano, J. M., Serra-Majem, L., Bulló, M., Toledo, E., Barragán, R., Fitó, M., Gea, A., Salas-Salvadó, J., & PREDIMED Study Investigators (2015). Dietary fat intake and risk of cardiovascular disease and all-cause mortality in a population at high risk of cardiovascular disease. The American journal of clinical nutrition, 102(6), 1563–1573.
Schofield W. N. (1985). Predicting basal metabolic rate, new standards and review of previous work. Human nutrition. Clinical nutrition, 39 Suppl 1, 5–41.
Yu, W., Rohli, K. E., Yang, S., & Jia, P. (2021). Impact of obesity on COVID-19 patients. Journal of diabetes and its complications, 35(3), 107817.
Ren, J., Wu, N. N., Wang, S., Sowers, J. R., & Zhang, Y. (2021). Obesity cardiomyopathy: evidence, mechanisms, and therapeutic implications. Physiological reviews, 101(4), 1745–1807.
Wing, R. R., Lang, W., Wadden, T. A., Safford, M., Knowler, W. C., Bertoni, A. G., Hill, J. O., Brancati, F. L., Peters, A., Wagenknecht, L., & Look AHEAD Research Group (2011). Benefits of modest weight loss in improving cardiovascular risk factors in overweight and obese individuals with type 2 diabetes. Diabetes care, 34(7), 1481–1486.
Magkos, F., Fraterrigo, G., Yoshino, J., Luecking, C., Kirbach, K., Kelly, S. C., de Las Fuentes, L., He, S., Okunade, A. L., Patterson, B. W., & Klein, S. (2016). Effects of Moderate and Subsequent Progressive Weight Loss on Metabolic Function and Adipose Tissue Biology in Humans with Obesity. Cell metabolism, 23(4), 591–601.
Abe, T., Song, J. S., Bell, Z. W., Wong, V., Spitz, R. W., Yamada, Y., & Loenneke, J. P. (2022). Comparisons of calorie restriction and structured exercise on reductions in visceral and abdominal subcutaneous adipose tissue: a systematic review. European journal of clinical nutrition, 76(2), 184–195.
Hamley S. (2017). The effect of replacing saturated fat with mostly n-6 polyunsaturated fat on coronary heart disease: a meta-analysis of randomised controlled trials. Nutrition journal, 16(1), 30.
Zong, G., Li, Y., Sampson, L., Dougherty, L. W., Willett, W. C., Wanders, A. J., Alssema, M., Zock, P. L., Hu, F. B., & Sun, Q. (2018). Monounsaturated fats from plant and animal sources in relation to risk of coronary heart disease among US men and women. The American journal of clinical nutrition, 107(3), 445–453.
Ambwani, S., Sellinger, G., Rose, K. L., Richmond, T. K., & Sonneville, K. R. (2020). "It's Healthy Because It's Natural." Perceptions of "Clean" Eating among U.S. Adolescents and Emerging Adults. Nutrients, 12(6), 1708.
Comparte en redes sociales
Últimos artículos

¿De qué manera la posición de los dedos del pie puede influir en el fortalecimiento de la pantorrilla?

Resistencia a la insulina

¿Es saludable depurar la dieta?

Estrategias en el conteo de macronutrientes

Consigue los glúteos que siempre has querido con sentadillas profundas.

Cereza ácida: tu aliado natural para una recuperación muscular óptima.